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En Un Lugar del Mundo Existe un Pequeño Pueblo Llamado Badolatosa

En Un Lugar del Mundo Existe un Pequeño Pueblo Llamado Badolatosa

Asociado al Ateneo Histórico Cultural de los Pueblos.


José María “El Tempranillo” visto por Richard Ford.

Publicado por Abraham Pineda Morales activado 25 Mayo 2010, 09:54am

Etiquetas: #Librería, #Bandolerismo andaluz, #José Maria el Tempranillo

El contrabando fue origen de la profesión de José maría que llego a lo más altos puestos en ella, ni más ni menos que “Napoleón le Grand”  y “Jonathan Wild The Great” en las suyas respectivas, y, principalmente, como dice Fielding de su héroe, por su capacidad para el mal y por creer que la honradez es una corrupción de “honosty” las cualidades de un asno.

Richard-Ford-1833.png

Pero es un gran error creer que hay siempre hombres capaces de ser capitanes de una cuadrilla formidable, la naturaleza no es pródiga en la producción de tales ejemplares de peligrosa grandeza.

Y  así como pueden pasar siglos antes de que caiga sobre el mundo el azote de otro Alarico, buonaparte o Wild, también pueden pasar años antes de que España tenga otro José María.

El ladrón en grande es un aristócrata de primer orden en su clase; es el capitán de una cuadrilla metódicamente organizada, de ocho a catorce hombres, bien armados y montados en buenos caballos, que siguen y obedecen sin discutir. El mando y la disciplina son formidables, y como con fuertes  y rara vez atacan si no están seguros de su superioridad, y con emboscada y por sorpresa, cuando tienen todo a su favor, es inútil generalmente la resistencia, que solo conduce a resultados fatales .

Nunca se debe por salvar un maletín, correr el riesgo de ser enviado al Erebo; por lo tanto lo mejor es someterse desde luego y de buen talante a la intimidación, que no admite negativas, de abajo, boca a tierra.

Los que puedan disponer de una veintena de duros, cuyas perdida no arruina a nadie, rara vez serán maltratados; la entrega franca y de buen agrado previene los malos tratos y hasta asegura ciertas consideraciones durante la desagradable operación.

El español, por naturaleza bien educado y caballero, responde siempre al llamamiento de las cualidades que él cree son orgullo de su nación; respeta la sangre fría, con la cual los valientes, aun cuando sean bandidos, siempre simpatizan.

¿Por qué un hombre ha de perder su presencia de ánimo y quizás la vida a causa de unos cuantos duros?

Estas grandes figuras del bandidaje no dejan de tener cierta magnanimidad, como sabía perfectamente Cervantes: prueba de ello, su pintura de Roque Guinat, cuya conducta con sus víctimas y su poder con sus camaradas cuadra perfectamente, como sabemos con certeza, con la observada por José Marías.

No obstante estas garantías morales, y aun cuando solo sea en aras a una mayor seguridad, un ingles, cuando viaje por regiones expuestas, hará bien en llevar provisión decente de duros que llenen una buena bolsa, que pese bien en la mano, y que es la suma aproximada que el bandido español piensa que un natural de nuestro proverbialmente rico pais debe llevar consigo en sus viajes.

Richard-Ford-1833-2.png

Es admirable la facilidad que tiene para calcular por el equipaje y el aspecto del individuo el dinero que puede llevar encima el que viaja. Si la suma no es tan crecida como suponen, se ofenden grandemente, al verse robados de los gajes reguladores a que se consideran con derecho, según tradicionales costumbres de los caminos. Con la persona que va completamente sin dinero se hace, por lo común, un buen escarmiento, dándole una buena paliza o dejándole completamente en cueros, según la antigua costumbre de los ladrones de Jericó.

El viajero tiene que llevar algún reloj; uno con una brillante cadena dorada y colgantes es lo más indicado; y no llevarlo, le expone a mas indignidades que la bolsa vacía, porque el dinero puede haberlo gastado, pero en ausencia del reloj supone la intención premeditada de que no se lo roben, y esto es para el ladrón la mas injustificable tentativa para defraudarle de sus derechos.

Los ladrones españoles van armados por lo general con un trabuco que cuelgan del arzón de la silla, de perilla muy alta, que lleva una cubierta de lana azul o blanca como símbolo de su deseo de esquilar al prójimo.

El traje que usan la mayoría de ellos es muy rico y de lo mas fantástico que puede imaginarse; pero la indumentaria son la envidia y el modelo de las clases bajas, que  van ataviadas a la moda de los contrabandistas o de los toreros; en una palabra, como el majo o elegante de Andalucía, región de la cuna y asiento de todo el que aspira a ejercer alguna de las profesiones indicadas.

Como estamos haciendo historia hablaremos de añadir que los grandes bandidos, como por ejemplo José María, en muchas ocasiones facilitan pasaportes.

Aunque mal avenidos con las letras, sabia poner su nombre, rubricaba como cualquier otro español que ejerciera algún mando incluido el propio Fernando VII. Su rúbrica, verdadero salvoconducto, era una colección de garabatos a los que hubiera podido dar crédito Ali Baba. Un intimo amigo nuestro, alegre gastrónomo y dignidad de Sevilla, que se dirigía a los baños de Carratraca para restablecerse del abuso de la ricas olla y del Valdepeñas, y que no tenia maldita la gana, como el abad gotoso de Boccaccio, de verse sometido al régimen medico de los bandoleros, se procuro un pase de José María y tomo uno de sus secuaces para qu8e le sirviese de escolta; nos lo descubría como un santito como su angel guardián.

Conviene hacer constar, para los efectos de la historia, que en la época en que España, estaba o se decía que estaba, plagada de rateros y bandidos, habla, como es natural, remedio para ellos, pues, según dicen los españoles, todo tiene arreglo menos la muerte;  y claro esta que, como el mal era muy grande, es natural que existiesen igualmente medios adecuados para combatirlo.

Si las cosas hubieran llegado al extremo que puede deducirse de algunos exagerados relatos, hubieses sido imposible toda clase de tráfico de mercancías y viajeros por la península. Las diligencias, protegidas por el gobierno, eran atacadas muy rara vez, y los que se valían de otros medios de comunicación, y lo pedían a las autoridades, rara vez dejaban llevar la suficiente escolta.

Imagen1

Había un cuerpo organizado para este objeto que se llamaba de “Migueletes” derivado, según se dice, de un Miquel de Prats, satélite armado del famoso o infame César Borgia.

En Catalunya se les llama mozos de escuadra que constituía la antigua policía rural armada de España. Se componía de jóvenes escogidos y activos, que hacían el servicio a pie, a las órdenes de los poderes militares, e iban ataviados con un traje entreverado de militar y de majo.

Llevaban polainas negras, en vez de amarillas, y chaquetas azules ribeteadas de rojo. Iban bien armados, con escopetas, una canana en la cintura donde llevaban las municiones (cosa mucho más práctica que nuestra caja de cartuchos); una espada, una cuerda para poder atar a los presos y una pistola, que llevaban a la espalda, metida en la faja.

Este cuerpo hacia perfecta pareja con los ladrones, entre los cuales se escogía algunos individuos, pues la condición usual para el indulto es alistarse a fin de extirpar a sus antiguos compañeros; poner a un ladrón para coger a otro ladro; y así los renegados en unión de los miqueletes honrados, perseguían a la mala gente. Como los guardabosques a los cazadores furtivos.

Los ladrones los temían y respetaban; una escolta de diez o doce Miqueletes podía aventurarse a resistir no importa que numero de bandidos, quienes por otra parte, rara vez atacan cuando saben que han de resistirse; y al atravesar lugares sospechosos, estas escoltas tomaban, con arte especial, todo género de precauciones, enviando destacados individuos al frente y a los flancos.

Ocupaban al marchar un buen trecho de terreno, teniendo cuidado de no ir nunca más de dos juntos y no alejándose unos de otros a mayor distancia de un tiro de fusil; regla que bueno sera que recuerde todo el viaje, para obligar a observarla en caso de sospecha.

Lo raros ejemplos en que ingleses, especialmente oficiales de la guarnición de Gibraltar, han sido víctimas de robos, han tenido por causa del olvido de esta precaución. Si todo el grupo camina unido, es mucho más fácil sorprenderlo y cogerlo como en una red.

 

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